(Segunda historia de ficción)
Recuerdo bien la primera vez que lo vi. Aunque no sé si esa habrá sido la primera vez que él me veía a mí. Yo fumaba un cigarrillo en el balcón de mi apartamento, cuando de repente, al mirar entre las personas que caminaban por la calle, unos diez pisos más abajo, vi que un hombre que vestía chaqueta marrón y creo que un pantalón verde, miraba fijamente hacia mi dirección. En ese momento no le presté mucha atención. Tal vez estaba viendo hacia otro piso, o a alguien más. Me sentí resguardada por la distancia y no le di mucha importancia. Solo recuerdo que durante todo el tiempo que estuve allí mientras fumaba mi cigarrillo, él también estuvo allí mirando fijamente hacia arriba.
La siguiente vez, cruzamos miradas mientras esperaba que cambiara la luz del semáforo frente al edificio donde trabajo. Al principio no lo relacioné con el hombre que había visto desde mi balcón, pero al voltear de nuevo en su dirección vi que seguía mirándome fijamente y sonrió. Fue allí que recordé al hombre de chaqueta marrón, la misma que este hombre vestía. Yo lo miré fijamente también con la expresión más seria que conseguí mantener, a ver si se intimidaba y miraba hacia otro lado, pero no lo hizo. La luz del semáforo cambió y yo avancé diagonalmente hacia mi trabajo, sin voltear atrás.
Ese día debo admitir me sentí un poco incomoda y ansiosa. Tal vez era un acechador, así que cada vez que salía de mi trabajo miraba hacia todos lados y trataba de distinguirlo entre las personas de camino a casa. Así estuve durante una semana hasta que comencé a olvidarme del asunto, pero pocos días después volvió a aparecer.
Esta vez iba en el metro de regreso a casa. El tren estaba llegando a la penúltima parada antes de mi estación, así que fui acercándome a la puerta cuando el metro se estacionó. De repente, ahí estaba, observándome, sonriendo detrás del cristal. Estábamos frente a frente separados solo por el vidrio de la puerta. Mi primer instinto fue correr pero me contuve y pensé que al abrir las puertas lo confrontaría. Igual me sentí segura por estar en un sitio rodeada de gente. De repente el tren comenzó a avanzar, mientras el operador anunciaba por los parlantes que debido a un atasco tendrían que avanzar inmediatamente hacia la próxima estación y se disculpaba con los pasajeros mientras estos se quejaban entre murmullos por el inconveniente.
A pesar de no haber sentido miedo durante ese momento, cuando llegué a mi estación salí casi corriendo del tren. Caminé a casa lo más rápido que pude, volteando de vez en cuando para ver si el extraño me seguía. Solo pude relajarme cuando estuve dentro de mi apartamento y cerré la puerta con doble seguro.
Les cuento todo esto ahora, no sé por qué tuve que esperar tanto. No sé por qué no se lo mencioné a nadie antes pero, si me llega a pasar algo, quiero que sepan que fue él. El hombre de la chaqueta marrón. Si lo ven pidan ayuda de inmediato. Yo no lo hice. Ahora sigo escribiendo en la oscuridad del cuarto para ver si logro aparentar que no lo he visto, pero ya sé que desde hace rato me observa. Más allá de la deslumbrante luz del computador, vi como la puerta de mi cuarto se abría solo un poco y se asomaba su sonrisa. Él sigue allí y yo sigo escribiendo y sigo observando…