Hace un par de días, tuve la oportunidad de ver la presentación de la tesis de Manuel D’Hers (ahora antropólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela), titulada: “Imaginarios de una montaña. Una aproximación a la relación de la ciudad de Caracas y el Ávila”.
Lamentablemente, no fui a su defensa de tesis, pero tuve la oportunidad de presenciarla en el Espacio de Tesis de la librería Lugar Común, ubicada en Altamira.
Su tesis indagaba en el imaginario colectivo del caraqueño y la presencia que el Ávila tiene en él. Para este estudio entrevistó a 12 personas y tuve la oportunidad de ser una de ellas.
Entre varias de sus conclusiones, me llamó la atención (tal vez porque me sentí identificada), que las personas que tenemos la fortuna de vivir en un lugar con vista hacia el Ávila, consideramos a la montaña como parte de nuestro hogar. Para mí, el Ávila es parte del paisaje de mi balcón, y que esté allí para mí cada mañana es algo invaluable. La presencia de la montaña forma parte de mi vida y por eso disfruté tanto esta presentación. Ahora quiero compartirla con ustedes.
A continuación, les presento la transcripción de la entrevista de la que fui parte para esta tesis. Les invito a leer las preguntas de Manuel y mis respuestas, pero también, los invito a pensar en las respuestas que ustedes hubiesen dado a dichas preguntas.
M.D.: ¿Dónde vive actualmente, en qué parte de la ciudad?
V.M.: En la Candelaria, siempre he vivido aquí.
M.D.: ¿Podría contarme cómo es Caracas para usted? ¿Qué piensa de Caracas? ¿Por qué?
V.M.: Caracas es una ciudad muy interesante, es muy activa creo que por su gente, porque la gente aquí es muy trabajadora, entonces comienza muy temprano el día. La ciudad es muy activa, muy ruidosa, pero es muy diversa y creo que el Ávila la hace muy linda, visualmente. Me siento a gusto.
¿Cómo se imagina a Caracas? Cuándo piensa en el paisaje de Caracas ¿Qué observa? ¿Tiene un mapa mental de cómo es la ciudad? ¿Podría explicarnos su dibujo?
V.M.: El dibujo es: cielo, montaña, ciudad y gente y también nubes. Unas calles en gris al igual que los edificios, verde es la montaña, azul el cielo y morado es la gente.
M.D.: Según su opinión, ¿De qué color es Caracas? ¿Por qué?
V.M.: Morada o verde o azul. Pero puede ser ese morado, entre morado y azul, de cómo cuando va amanecer, un morado azulado. No sé por qué ese color, fue lo primero que se me vino a la mente. Puede ser por un afiche que dice Caracas y tenía ese cielo y lo tengo en la mente. Y verde por el Ávila. Yo creo que esta ciudad no sería lo mismo sin la montaña.
M.D.: ¿Podría decirme según su opinión, cuáles son los límites de la ciudad?
V.M.: Para mí, siempre ha sido muy difícil encontrarme otra ciudad para saber cuál es el norte y cuál es el sur, pero aquí siempre ha sido obviamente el Ávila. Ahí está mi norte.
Para el oeste, yo diría que lo tengo marcado, la última estación del Metro en Propatria, porque creo que es lo más lejos a lo que he llegado en Caracas al oeste. Hacia el este, yo diría el túnel bajando hacia Guarenas, hasta ahí.
Y para el sur… [Piensa] ¿Tazón? [risas].
M.D.: ¿Se siente identificado con la ciudad? ¿Por qué?
V.M.: Sí. Por la diversidad cultural, por la diversidad de estratos sociales. Todo converge aquí y como que yo he formado parte de todo. Me gusta sentir que mi ciudad es igual que yo, que puedes encontrar de todo. Por eso me identifico muchísimo. Es lo que más me hace difícil irme, porque sé que no es nada más dejar la ciudad, sino dejar una parte de mí aquí. Es como decir que no te puedes vestir como tú quisieras vestirte el resto de tu vida, para mí eso es irme de Caracas y de mí país.
M.D.: ¿Podría decirme qué características le da a la ciudad de Caracas? ¿Por qué?
V.M.: Podría definirlas en positivas y negativas. Las positivas: natural, activa, caótica pero depende de cómo lo tomes, para mí es positiva. Negativas: sobre poblada, sucia, insegura.
M.D.: ¿Su hogar tiene vista al Ávila? [Hacíamos la entrevista en su balcón con vista directamente al Ávila].
V.M.: Sí y es lo más importante de mi casa. Mi vista, es algo que consideraría muchísimo si me voy a mudar algún día. Por lo menos en la mañana me gusta ver cuando amanece, en el balcón me relajo full viendo la montaña y no sería lo mismo sin ella. Me gusta ver los cambios del clima y la montaña dice muchísimo de eso. Si está nublado en la montaña, sé que no va a llover aquí [en su casa], por lo menos sé que cuando viene la lluvia del este puede que llueva, puede que no, pero si viene del oeste se que va a caer un palo de agua y tengo que cerrar todo, meter las matas y las sillas porque todo se va a caer. Si viene de los dos lados, peor aún.
M.D.: ¿Piensa o siente a la montaña? ¿Qué nos podría decir al respecto? ¿Podría decir que tiene una relación con la montaña, si es que la tiene?
V.M.: Sí. Geográficamente porque es mi punto de ubicación desde cualquier punto de la ciudad, nunca me pierdo porque sé que está allí el norte. Sentimentalmente por muchas anécdotas como las que te conté que creía que el sol salía de ahí y que me da dolor cuando se está quemando. Físicamente no porque que ladilla me da subir el Ávila. Sin embargo, subí hasta el Pico Naiguatá, sentía que era importante porque es el punto más alto de la montaña y era algo que tenía que hacer una vez en mi vida.
M.D.: Según su opinión, ¿Dónde queda ubicada la montaña El Ávila? ¿Cuáles son los límites de la montaña? ¿Qué separa al Ávila de la ciudad?
V.M.: Al norte.
[Piensa]… Así como geográficamente comienza, en la costa en la playa y termina donde termina Caracas, hacia el sur, hacia Tazón. Pero los límites de la montaña de oeste a este, son igualitos a cómo te dije de los de Caracas. Caracas está limitada al Ávila.
[Sus límites del Ávila son los mimos que los de la montaña, donde hay ciudad, es porque fue construido encima de su montaña, no hay ciudad sin montaña, es su plataforma]
M.D.: ¿Cómo se la imagina? ¿Cómo la piensa, cuándo la piensa, por qué la piensa?
V.M.: Como un muro. Así como The Wall, para Caracas, exactamente. De hecho, cuando vi “Impacto Profundo” [Película] tenía como 12 años o 13 y la preocupación de que cayera un meteorito y se levantara una ola, se apaciguó porque aquí tenemos una montaña que la taparía. Entonces la cosa del muro es totalmente la visualización que tengo de ella porque siento que nos protege.
M.D.: Según su opinión, ¿qué espacio le pertenece a la ciudad y qué espacio le pertenece a la montaña?
V.M.: Como te digo pienso que ésta es la montaña y aquí esta Caracas [pone una mano encima de la otra, indicando que la ciudad está encima de la montaña], la ciudad está totalmente encima. No hay nada que delimite estos elementos.
M.D.: ¿Podría decirme qué características le otorga a la montaña? ¿Por qué?
V.M.: Antigua, fuerte, [piensa largamente] linda [risas]… dormida.
M.D.: ¿Qué es lo que más le gusta/admira de Caracas? ¿Con qué cosa, lugar o espacio de la ciudad se siente más identificado? ¿En qué imagen piensa cuando piensa en Caracas? ¿Por qué?
V.M.: ¿Además del Ávila? Porque no sé. [Pausa prolongada donde piensa] No se… el Ávila.
M.D.: Ya que hemos conversado sobre el Ávila, quisiera preguntarle: ¿Con qué nombre suele llamar a la montaña? ¿Se refiere a ella como el Ávila o Waraira Repano? ¿Por qué? ¿Qué piensa de retomar el nombre indígena?
V.M.: Yo creo que comencé a escuchar el nombre de Waraira Repano, no justamente asociado al Ávila, sino cuando nos referíamos a el técnicamente o históricamente cuando querías definirlo, algo más formal, pero nunca la voy a usar como mi palabra para referirme al Ávila, para mí siempre será el Ávila. Sin embargo, con el transcurso de los años me ido adaptando y me puedes mencionar los dos y siempre tendrá el mismo significado, antes no lo relacionaba.
M.D.: ¿Qué utilidad le da a la montaña como habitante de Caracas?
V.M.: Nada, simplemente es mi punto de admiración durante el día. Es para mí relajación, admiración y ya. De resto no le doy más utilidad.
M.D.: ¿Visita el Ávila con frecuencia?
V.M.: No.
M.D.: ¿Considera al Ávila como un lugar de visita en su tiempo libre, ya sea como lugar de encuentro/recreativo/ejercicio? ¿Por qué?
V.M.: Depende, porque los puntos de acceso al Ávila siempre son para hacer ejercicio porque tienes que escalar la montaña, a menos que subas por el teleférico o por Galipán. Entonces, si yo tuviera la posibilidad de subir más, capaz lo haría más a menudo y por el teleférico no me llama tanto la atención. Subí a rumbear algunas veces, pero es como te digo, eso cambiaría incluso mi percepción de la montaña, visitarla más, ya no sería como “Wow, la montaña y tal” me la pasaría allí, entonces no. Es algo completamente contemplativo.
M.D.: ¿Piensa que el Ávila hoy es un lugar de encuentro para el caraqueño? ¿Por qué?
V.M.: No. Más allá de ir al teleférico y los que quieren hacer ejercicio, no. Yo como persona que no le gusta hacer ejercicio, no siento que pueda acercarme más que subiendo al teleférico o por Galipán y no muchas personas tienen carro para subir. Me ha interesado últimamente que si rutas por el casco colonial y el Camino de los Españoles, que no los conozco y me llama la atención. Pero gente como yo que no está en el mundo fitness, no me digas para ir porque no voy a ir, o sea subir a la montaña no me gusta, y subirla cambiaría esa visión afectiva que tengo de ella porque que ladilla subir esta vaina y no es la visión que yo quiero tener de ella. Si voy a hacer ejercicio prefiero ir a otro lado.
M.D.: ¿Cuándo fue la primera vez que recuerda haber subido? ¿Qué recuerdos tiene?
V.M.: Me imagino que no la puedo recordar porque era muy pequeña, pero sí recuerdo haber subido cuando niña a pasar domingos con la familia haciendo parrillas. En Los Venados. Había algunos kioscos y pasábamos los domingos allá.
M.D.: ¿De qué manera el Ávila hoy en día es importante para la ciudad? ¿Por qué/ De qué manera?
V.M.: No te sabría decir, porque yo tengo mi visión personal y no me he puesto a pensar en eso. No sé si para otras personas es tan importante como lo es para mí. Todas estas cosas que yo te estoy diciendo, otras personas pueden rechazarlas. Quizás haya alguien que te diga: “para mí la montaña es mi gimnasio” pero yo no lo puedo sentir así, pero ese es su aproximación, no creo que sea el denominador común y tampoco sé que si eso de que es mi norte y no me pierdo…, no sé si las demás personas tengan ese mismo sentido. No sé qué pensarán los demás.
M.D.: ¿Piensa que debería ser un espacio protegido? ¿Por qué?
V.M.: Sí, porque considerando como es Caracas, las montañas son utilizadas para los centros urbanísticos, sea del estrato social que sea. Yo creo que allí ya habría construcciones si no fueran un Parque Nacional y no creo que sería bueno tener construcciones en ese espacio.
M.D.: ¿Piensa que el espacio de la montaña se ha convertido en un espacio público? ¿Qué importancia le da usted a esto?
V.M.: Sí, yo creo que todo el mundo tiene acceso, de la manera que sea puedes entrarle como te plazca, pero si siento que es de gran acceso.
M.D.: ¿Qué otro paisaje considera importante dentro de la ciudad? ¿Es comparable con la imagen que le brinda la montaña? ¿Cuál le gusta más? ¿Qué paisaje prefiere? ¿Por qué?
V.M.: No sé, porque aparte de… [Piensa] Como dices, para admirar, tienes que alejarte… al menos a mí me gusta mucho el mirador de Santa Fe porque tiene un paisaje de la ciudad y la montaña de fondo y así puedo apreciarlo mucho mejor. Yo creo que cualquier sitio de Caracas que esté alto y puedas ver su complejidad.
M.D.: ¿Qué piensa usted del Ávila como elemento de la naturaleza dentro de la ciudad? Es decir, ¿qué valor le da usted a este elemento de la naturaleza forme parte de la ciudad? ¿Por qué?
V.M.: Me encanta mucho porque hay ciudades donde no puedes apreciar la naturaleza en la ciudad y en Caracas se pueden apreciar muchos espacios verdes y pues el Ávila es uno de ellos o el más grande de ellos. Y eso me gusta de la ciudad.
Cuando he viajado he sentido la carencia del verde y sobre todo las ciudades muy planas con construcciones muy bajas, a mi me gusta la arquitectura un poco alta, pero siempre el Ávila sobresale por encima de estos edificios, entonces hay ciudades muy planas que me agobian.
M.D.: ¿Recuerda qué pensaba que era el Ávila cuando pequeñ@?
V.M.: Si bueno, hay una visión que tenía, que sabía que era una montaña, sabía que era un Parque Nacional, porque lo que mis memorias más antiguas de subir a hacer parrilla, pero siempre tuve ese tipo de percepción, por ejemplo de arriba y sus animales en la montaña, tipo los animales que hay y que no quería encontrármelos y nunca los he visto, pero… era como indómito que sabía ir con mi familia pero no sabía que más había algo misterioso, salvaje, así.
M.D.: ¿La montaña tiene algún valor especial o no para usted?
V.M.: Pero relacionado con la ciudad. Sí, uno crece con la idea de que es un Parque Nacional y que hay que cuidarlo y todo eso. Es como algo perteneciente a la Ciudad que hay que cuidar tipo no botes la basura aquí, y hay que cuidar porque es parte importante de tu entorno.
M.D.: ¿Ha escuchado usted algún cuento/relato/rumor/secreto/mito sobre el Ávila o que involucre al Ávila? ¿Qué piensa de ellos? ¿Por qué?
V.M.: Muchas. Uno tipo de pequeña que una ola que se concreto ahí y es la montaña. Otro que es un volcán dormido.
El Camino de los españoles que tiene muchísimos cuento y el Doctor Knoche que me encanta, porque me encantan las historias de terror. Tengo un amigo, que fue hace años, me contó que unos amigos estaban subiendo por allí y se estaban tomando fotos y que en una de las fotos vieron que en el fondo había un indio, algo tipo fantasma, una figura tipo un indio. Me encantan todas esas historias.
Me llama mucho la atención la geografía del otro lado de la montaña que es totalmente diferente.
M.D.: ¿Conoce usted alguna obra que haga alusión a la montaña? ¿Un cuadro, un tema musical, una obra de teatro, un poema, un libro, una película, un chiste, un refrán, un cuento en el colegio, un relato de los padres o familiares, amigos, conocidos, vecinos, etc.? ¿Cómo ha repercutido ello en su opinión, percepción, representaciones en torno a la montaña?
V.M.: Sí, Cerro el Ávila de Ilan Chester, algún poema… no. Cuadros, sí… [Piensa] pero ahora no recuerdo de quién. Sé que hay algunos muy famosos y me encantan todos esos cuadros del Ávila y fotografías. También leí un libro que se llama “Los Platos del Diablo” [Eduardo Liendo] que trataba de un escritor que no lograba escribir un libro y conoce a otro escritor, lo mata y le roba su obra y se hace famoso, pero alguien le pregunta que por qué la referencia de los platos del diablo, pero él no sabía que en el Ávila hay unas piedras que se llamaban así entonces se cayó con los kilos y se dieron cuenta que ése señor en realidad sí había matado al otro escritor.
M.D.: Y ya para terminar: ¿Qué significa el Ávila para usted? ¿Qué representa el Ávila para usted? ¿CÓMO LO EVOCA?
V.M.: Mmm, sabes cuando llegas a la esquina de tu casa y ves algo que te dice que ya estás en tu hogar… llegar aquí y ver el Ávila significa que simplemente ya llegaste a tu casa, a tu ciudad.
Cuando terminamos la entrevista, me muestra los álbumes de fotos que le tiene dedicado a la montaña, llamado: El Ávila. Donde nos muestra todas las fotografías que registra desde su balcón a lo largo del tiempo, documentando las diferentes facetas, colores, climas, momentos del año, momentos del día y cómo estos se pueden ver evidenciados en la imagen de la montaña. Una suerte de exposición de un Ávila completamente polifacética y de varias personalidades.