¿Qué eres?

Una vez, un chico tratando de hacer conversación en un local nocturno de Caracas, me preguntó: “¿Qué eres?, y a pesar de lo absurdo de la situación (yo sabía que su pregunta nunca tendría una respuesta satisfactoria y eso daría pie a una conversación sin sentido) le respondí: “Soy traductora e intérprete”. Como predije, la respuesta no lo satisfizo. “Esa es tu profesión, no lo que eres”, me dijo, pero creo que él no entendió la esencia de mi respuesta.

Sería muy ingenuo pensar que una persona puede resumirse en una palabra, y muy pretencioso pensar que esa palabra podría ser una profesión, pero los traductores e intérpretes sabrán que hubo más información en mi respuesta de la que ese chico captó.

Primero, mi gesto pensativo y el tiempo que me tomé en responder, en el cual pensé en todo lo que he sido en mi vida. Hija, hermana, amiga, estudiante, prima, sobrina, ahijada, soñadora, pensadora, indecisa, novia, niñera, bailarina, amargada, simpática, etc., hasta llegar a las palabras: traductora e intérprete.

Esa es tu profesión,

no lo que eres”,

me dijo

Segundo, el orgullo en mi tono de voz, acompañado de una sonrisa, que no era la representación del orgullo por mi carrera, sino del hecho de haber dado con ella, cuando desde temprana edad veía a muchas personas a mi alrededor, claras, determinadas y enfocadas en lo que querían ser y hacer con sus vidas, mientras yo me sentía perdida y sentía una especie de envidia por esta claridad que facilitaba un poco las cosas. También fue representación de la valentía necesaria, de una vez encontrada tu pasión, tener el valor de ir por ella.

En tercer lugar, creo que tampoco supo leer mi mirada inquisidora luego de dar mi respuesta a la espera de su reacción, pues como ya le había dicho, soy traductora e intérprete. Mi profesión/pasión no se limita solo a mi trabajo. Desde que me despierto observo el cielo caraqueño para saber qué deparará el día. Sé que ese sol implacable, que pega como si picara en la piel significa lluvia a eso de las 4 o 5 de la tarde, o incluso los ruidos de la ciudad me avisan que es domingo. Me despierto con ganas de ver qué material voy a traducir a la expectativa de las cosas que aprenderé, incluso pienso en la gente a la que podré conectar con dicha información y eso me alegra.

Así como un traductor o intérprete debe ser invisible, esta es una característica de mi personalidad (una de las varias que mi profesión y yo tenemos en común), no me gusta llamar la atención y logro pasar desapercibida si me lo propongo, cosa que agradezco al caminar por las calles de Caracas en las que me siento refugiada en una especie de burbuja, algo así como si llevara una capa de invisibilidad.

Obviamente la conversación no fue en la dirección en la que este chico quería y terminó de inmediato. Pero a veces, vuelvo a hacerme esta pregunta para saber si la respuesta sigue siendo la misma. Como bien saben los de mi profesión: todo es contexto, contexto, contexto.

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